Los espacios estrechos, el particular juego de luces que se reflejan en las paredes rocosas y en el agua, la vegetación que recuerda a ambientes más tropicales y el ruido de las cascadas al chocar con la piedra han inspirado siempre a muchos escritores que han contado su belleza o han creado algunas leyendas como la del guerrero Taino o las vinculadas a la Cà del Diavol.
Le inspiró a Stendhal, que lo mencionó en sus Viajes en Italia; le inspiró a Johann Jakob Wetzel, que lo describió como «un teatro de belleza y sustos, [del que] se oye un ruido parecido al de los truenos»,y también le fue de inspiración al poeta Sigismondo Boldoni, oriundo de Bellano, que lo definió como un «Horror de una horrenda horrendidad».
Bellano siempre ha estado ligado al agua, no solo al agua del lago sino también a la del barranco porque, con su poder, ha garantizado durante siglos la fuerza necesaria para mover las máquinas presentes en sus numerosas fábricas y, en consecuencia, para garantizar el trabajo y el bienestar a sus ciudadanos. De hecho, desde el primitivo sistema de canales y túneles hasta el más moderno de compuertas, las aguas del Pioverna han sido explotadas primero por las ferrerías, las hilanderías y la algodonera, y luego por la más reciente central hidroeléctrica; todas estas actividades tienen en común el lugar donde surgen o nacen: la desembocadura del «Orrido», el mejor punto para explotar el salto natural del agua.